Tengo un problema con los blogs. Malo o bueno, problema igual. He tenido varios y he leído muchos, pero siempre me viene un dolor de estómago que me hace dejar de pensar en ellos, o en algunos. Y con esto, suprimir los míos o simplemente, botarlos. El último blog que dejé botado (y que no eliminé) lo tuve hace tres años, se me había olvidado y este año aún era posible leer lo que pasaba en aquellos días. Lo borré, ya que justo lo vi en el momento de este año donde me acordé que todo lo que yo escriba acá puede ser usado en mi contra, o dicho de una mejor forma, cualquier persona me puede leer. Y por eso los borro, porque derepente por más que quiera hacer de esto algo sólo una bitácora personal de lo que sea, se me olvida que PERSONAL no es lo mismo que personal. Por eso ahora parto recordándome a mi misma que esto debe tener un filtro, y no puede ni debe ser una fiel copia de la realidad. Osea si puede, pero si lo hago así este blog de nuevo será borrado.
La exposición, el mercado particular.
By: Cindy (Valeria) Vidal (Montt) | lunes, 28 de mayo de 2007 at 16:43 | |
Siempre he establecido la diferencia entre personas y gente. Y a veces cuando me trato de explicar me complico al no saber como referirme a los demás, gente o persona.
Antes yo decía que la gente me daba miedo (y todavía), a veces digo que la gente me cae mal. Pero nunca en esos casos cambio la palabra gente por persona. Debe ser porque una se hace mas cercana que la otra. O no sé. Persona me suena algo real, y gente se me hace tan grande que escapa de la dimensión que yo pueda hacer de mi espacio. Forma de generalizar quizás, pero no. Aunque la gente también existe. Y al parecer todo el análisis que hago cuando necesito referirme al mundo no sirve de mucho ya que la gente simplemente es la pluralidad de personas.
Y mis personas, al final, van a terminar siendo gente. Quieran o no. Me incluyo.
By: Cindy (Valeria) Vidal (Montt) | domingo, 27 de mayo de 2007 at 9:34 | |
Lo que más odio son los polerones escolares de generación.
Cuando mi ex curso quiso realizar proyectos económicos para la obtención del deseado polerón (que a todo esto estaría listo para primavera-verano del cuarto medio, cuando casi ni sirve para lo que sería su función de abrigar el invierno) siempre me negué. Por querer ser pesada y porque ni estúpida entregaba seis mil pesos para llevar en mi espalda nombres de personas que nunca me importaron. Si, odio los polerones de generación. Más cuando la gente los ocupa habiendo salido de la escuela muchos años antes. La vida sigue y los polerones mueren, la gente también.
En realidad no es lo que más odio, pero uno también puede semi-odiar estupideces.
By: Cindy (Valeria) Vidal (Montt) | viernes, 25 de mayo de 2007 at 19:21 | |